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  • Foto del escritorAntonio Fernández Ram

SORIA CIUDAD Y CLAUSTROS

Actualizado: 26 nov 2020

Ubicación de Soria en la provincia de Soria.País EspañaCom. autónoma Castilla y LeónProvincia SoriaComarcaComarca de SoriaUbicación41°46′00″N 2°28′00″OCoordenadas: 41°46′00″N 2°28′00″O (mapa)Altitud10611msnm (mín: 9762​, máx: 13742​)Superficie271,77 km²Núcleos de poblaciónSoria, Las Casas, Pedrajas, Oteruelos y ToledilloFundaciónÉpoca romana, aunque en el cerro del Castillo se han encontrado restos de poblamientos anteriores.Población39 398 hab. (2019)• Densidad143,07 hab./km²Gentiliciosoriano, -aCódigo postal42001-42005Alcalde (2019)Carlos Martínez Mínguez3​ (PSOE)Presupuesto53 500 000 €4​ (2018)PatrónSan Saturio (2 de octubre)PatronaVirgen del Espino (8 de diciembre)Sitio webwww.soria.es[editar datos en Wikidata]Soria es un municipio y una ciudad española, situada en el este de la comunidad autónoma de Castilla y León y capital de la provincia homónima. Su población es de 39 398 habitantes (INE, 2019),5​ el 44,4 % de la población provincial. El término municipal tiene una superficie de 271,77 km²,6​ con una densidad de 144,97 hab./km². Situada a unos 1063 metros de altitud, es la segunda capital de provincia española más alta sobre el nivel del mar, tras Ávila. Aunque existen indicios de asentamientos de la edad del hierro y celtibéricos, Soria entra en la historia propiamente con su repoblación entre el 1109 y el 1114, por el rey aragonés Alfonso I el Batallador. Enclave estratégico debido a las luchas por el territorio entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, Soria pasó a formar parte de Castilla definitivamente en 1134, durante el reinado de Alfonso VII. En Soria nació Alfonso VIII, y tenía establecida su corte Alfonso X cuando recibió la oferta al trono del Sacro Imperio Romano-Germánico. En Soria murió el depuesto rey Jaime IV de Mallorca, y se casó en primeras nupcias Juan I de Castilla. Pujante durante la Baja Edad Media gracias a su situación fronteriza y su extensa cabaña ovina, Soria entró luego en una lenta decadencia durante los siguientes siglos. Sufrió daños en la Guerra de Sucesión y, más graves, durante la Guerra de la Independencia. La ciudad conserva un importante patrimonio arquitectónico (extensa muralla medieval, palacios renacentistas e iglesias románicas) y es sede del Museo Numantino (con piezas de la cercana ciudad celtíbera de Numancia). Actualmente, su población de 39 112 habitantes hace de Soria la capital de provincia menos poblada de Castilla y León y la segunda menos poblada de España (tras Teruel). Es particularmente importante en su economía la industria agroalimentaria, y un creciente turismo atraído por su patrimonio cultural. Soria fue mencionada por la UNESCO como buen ejemplo al incluir la dieta mediterránea en su lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.7​ También está bajo consideración su inclusión como Reserva de la Biosfera.8​ Índice Bartolomé de Torres, en su Topografía de la ciudad de Numancia, asegura que el castillo de esta ciudad tomó el nombre de Oria de un caballero griego llamado Dórico, capitán de los dorios, que llegó a Soria desde Acaya. De esta noticia deducen algunos historiadores que los primeros pobladores de la actual Soria fueron los dorios. No obstante, nada a este respecto ha corroborado la arqueología y para otro grupo de expertos los primeros pobladores de Soria fueron los suevos, cuyos reyes, según Tutor y Malo en su Compendio historial de las dos Numancias, establecieron en ella una de sus cortes. Ambas hipótesis han caído en desuso con el paso del tiempo porque ningún documento las acredita de manera fidedigna. Parece lógico suponer que la palabra «Soria» deriva de dauria, a su vez derivada de daurius, Duero. A estas versiones, sobre el origen del nombre de Soria, se suman la de Pedro de Rúa, que deriva Soria de Sarra, nombre de la ciudad de Tiro, y de sarranos, sus moradores, de donde viene sorianos. En un libro de armas se narra que cuando Alfonso VII el Emperador reedificó Soria se descubrió una gran piedra con un signo grabado que recordaba a una «S», la cual se añadió al castillo de Oria y dio la actual voz Soria. Según el profesor Guillermo Tejada Álamo,[cita requerida] el nombre de Soria sería una palabra compuesta y sincopada de origen prerromano debida a la repoblación medieval, hacia finales de la Alta Edad Media o principios de la Baja, hecha por algún grupo de repobladores procedente del norte, seguramente del área vascófona (como en el caso de Garray), que se situó en el actual Mirón. Las palabras serían: So (que mira o mirador) y oria, de ur-a (río o corriente de agua), que seguramente es como se le conocía entonces, antes de ser sustituido por la palabra hermana, D(T)urio/a (fuente, y también río). Es decir, "El Mirador (o El Mirón) del / al / sobre el río", en este caso, el Duero (en romance castellano, "Miranda del Río", o "de(l) Duero"). Y se referiría a una especie de atalaya con un poblado que, a partir de la muerte del hijo de Almanzor, en el 1010, podrá bajar con más tranquilidad por la ladera hacia el valle del río y hacia el collado (barranco en oblicuo en el lado derecho del valle, que dará lugar a un collado y paso hacia el oeste), lo que daría origen a la Soria actual. Según el historiador Antonio Ubieto Arteta9​ "un texto cronístico muy repetido señala que Alfonso I el Batallador repobló Soria", por lo que cabe concluir que en 1119 ya existía una población andalusí con ese nombre, y por tanto el topónimo sería árabe, سوريا, Sūriyā (pronúnciese Soria). "La invasión musulmana trajo a árabes y beréberes que se extendieron a lo largo de la Marca Superior"10​ lo que se refleja en la toponimia con una serie de nombres de lugar: Mequinenza poblada por la tribu Miknāsa, o Fabara por los Ḥawwāra," etc. En tal caso, el topónimo Sūriyā nos indicaría que sus primeros habitantes procedían de Siria.












CLAUSTRO DE SAN JUAN DE DUERO

SINFONÍA DE ARCOS Y CULTURAS EN PIEDRA

Cruzando el río Duero a través del Puente de piedra de origen Medieval, llegamos a su margen izquierdo a un especial enclave donde se asentó la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Duero. Procedentes de Tierra Santa y enriquecidos por los conocimientos y la multiculturalidad de esos lugares, construyeron un ecléctico cenobio, reformando una pequeña iglesia románica que ya existía y levantando el resto del monasterio en honor a su patrón San Juan Bautista. Tras muchos años de abandono, en 1882 fue declarado Monumento Nacional y años después se convirtió en la sección departamento medieval del Museo Numantino. En este escenario a los pies del Monte de las Ánimas y sobre la base histórica de confrontamientos entre los vecinos de Soria y las órdenes militares del Duero por la utilización de leña y caza de estos espacios, Bécquer desarrolla su leyenda del “Monte de las Ánimas”. EL CLAUSTRO Anexo a la iglesia y utilizado de zona para dar sepultura entre los siglos XIII Y XV, servía para comunicar todas las partes del monasterio. Es la única dependencia monacal que queda y uno de los más originales del románico español por la variedad e influencias de su arquitectura: trazas del románico más puro, arcos apuntados tendentes a la herradura, sin olvidar las evidentes huellas bizantinas y árabes. Los chaflanes, con clara influencia árabe, están rematados con arcos califales. Se sabe que estaba cubierto con un techo de madera que se quemó. Se estima que hubo dos fases en su construcción que corresponden, en principio al tramo románico y luego a principios del S.XIII el resto. En la construcción actual se pueden diferenciar claramente cuatro tramos:

  • El primer tramo y románico se sitúa sobre un muro de sillería que se extiende con arcos de medio punto descansando en columnas pareadas con capiteles esculpidos con pasajes de la Biblia. Para rematar la arcada y sosteniendo un alero que sujetaría el techo que originariamente portaba el claustro, se ordenan unos canecillos ornamentados, entre otros, con motivos vegetales, cabezas de animales y humanas, etc.

  • En el segundo tramo los arcos son de herradura ligeramente apuntados, de estilo almorávide y nazarita y quedan sostenidos en medias columnas, unidas en grupos de cuatro, con motivos vegetales y criaturas fantásticas en sus capiteles.

  • El tercero cuenta con amplios arcos de herradura apuntados que juegan a entrelazarse, y se apoyan en pilares acanalados y carentes de capiteles, otorgando una esencia más tradicional y armoniosa.

  • El cuarto y último, cuenta con arcos de tímida herradura apuntada también entrelazados que se apoyan de manera salteada sobre pares de columnas con decoración vegetal en sus capiteles. Destaca un vano característico, que sirve de nexo entre este tramo y el anterior, con arcos entrelazados sobre capiteles de hojas de acanto quedando su apoyo central voladizo.

EL TEMPLO Románico y de composición muy sencilla, consta de una sola nave, con bóveda de horno en el ábside y de cañón apuntado en el presbiterio, es dotado de una especial singularidad por dos templetes construidos después que el resto de la iglesia y que albergan ambos un altar. La razón de ser de estos dos templetes se atribuye al tipo de ritual cristiano que realizaron los moradores originales, por lo que perviviría de base para sostener una gran tela que haría las veces de iconostásis. El templete de la derecha con cúpula cónica y el de la izquierda con cúpula semi-esférica, enfundados en su parte externa con argamasa dándoles una imagen más ordinaria, denotan claras influencias orientales con interesantes capiteles de escenas bíblicas y seres fantásticos. Destacan, a la izquierda la degollación de San Juan Bautista y a la derecha el nacimiento de Jesús, dentro de las escenas del ciclo de la Natividad. Para no dejar evidencia de los malos materiales usados en la construcción y también para sanear, se enlucieron sus paredes tanto interior como exteriormente. En la actualidad este templo carece de culto.










A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

Allá, en las tierras altas,

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares,

mi corazón está vagando, en sueños...


¿No ves, Leonor, los álamos del río

con sus ramajes yertos?


Mira el Moncayo azul y blanco; dame

tu mano y paseemos.


Por estos campos de la tierra mía,

bordados de olivares polvorientos,

voy caminando solo,

triste, cansado, pensativo y viejo

ANTONIO MACHADO


























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